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El Teatro Arriaga, en el corazón de Bilbao

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El primer teatro de la Villa abrió sus puertas en el 1799, recogiendo así una tradición teatral que ya venía de lejos. Se trataba en realidad de un pequeño coliseo localizado en la calle Ronda, que quedó comido por el fuego en el 1816. Fue el conocido como “Teatro de la Villa” el que tomó el relevo casi 20 años más tarde. Este espacio, que sobrevivió las guerras Carlistas y los Sitios de Bilbao, fue clausurado en el 1886 para dejar paso al ampliado Teatro Arriaga.

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Teatro Arriaga en la actualidad

Así, el 31 de Mayo de 1890 el Teatro Arriaga comienza su andadura en los corazones bilbaínos. Ese día levantó el telón por primera vez ante un público que extasiado veía sus dulces sueños escénicos hechos realidad después de 5 años de espera y un millón de pesetas.

Por fin estaba ahí su ansiado teatro, era real, más real que nunca y además, el edificio combinaba tan exquisitamente los avances tecnológicos de la época con la decoración clásica que era imposible no sentirse orgulloso. La obra escogida para la función inaugural fue «La Gioconda» de Amilcare Ponchielli.

Desgraciadamente la dicha sólo duró 25 años. En la noche del 22 de Diciembre de 1914 el fuego acaba con el teatro y vuelve a convertir en ceniza la ilusión de los bilbaínos.

Cinco años después, concretamente, el 5 de Junio de 1919 la música vuelve a la escena del Arriaga y la Villa recupera su querido teatro. En esta ocasión, hace los honores la excelsa ópera «Don Carlos» de Giuseppe Verdi. A partir de entonces, se convierte este teatro en parada obligada para todo espectáculo que se preciara de tener calidad.

Tras esta época de éxito, llegan nuevas tragedias para el adorado Arriaga, primero con su clausura en 1978 debido al pésimo estado de la estructura y luego, con la inundación del año 1983 que definitivamente agrava el ya existente problema de conservación.

No será hasta 1986 cuando el teatro vuelva a reabrir sus puertas ante el amor de un público que, desde entonces y hasta ahora, siempre lo ha llevado en su corazón.

Foto vía: flickr

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